Una jovencita que se considera una hereje dice “no deja de maravillarme el tema del amor, lo huelo, lo siento, lo vivo, lo pienso, lo analizo, pienso que lo entiendo y de nuevo lo descubro y me descubro en él”.
El amor no da ni toma nada, excepto de sí mismo.
Gibran.
Se suicida la tarde tras las nubes melancólicas
Enrojecidas de fuego, perdidas en el horizonte.
Croan las ranas en la charca del río, casi seco,
al amparo del verdor de las cerezas tardías
Y una brisa suave que balancea las cañas
anuncia la noche fría y la mecedora en la terraza
donde descansan mis huesos magullados
por el tiempo, las penas y las desganas
se mece en armonía con las estrellas de Benafer.
El olor del café despierta mi instinto masculino
Trasladando mi mente a las estrellas coquetas,
Bañándose en un cielo de armadura.
Chirrían las lamas del balancín de madera
Contestando a los ensayos del jilguero enamorado
en el caicabero preñado de frutos, aún verdes.
Y mi cuerpo se relaja y se deja llevar hasta el más allá
Saboreando el frescor del aire sobre la piel desnuda
Respirando el aroma del rosal perfumado
Saboreando la humedad del jardín
Percibiendo en los sentidos la fotosíntesis
de la flora silvestre que rodea la casa.
Todo es mágico. Un gato inmóvil esperando su ración,
Un ratón inexperto explorando en la broza,
Un lagarto colgado del techo ajusticiando insectos
Y las polillas revoloteando en la luz de la farola.
Cada instante en el porche es mágico, especial, único.
Pero esta noche me flaquean las fuerzas invisibles.
Que tristeza tan grande me transmite la luna.
A pesar de inundar de plata tan bellos parajes
Y de perlas vivas las ramas repletas de cerezas.
Se que tu luz desea inundar de vida mi estancia,
Pero mis pensamientos están lejos, muy huidos,
Ahogados de incomprensión y de nostalgias
Entregados a los celos y a la noche de lobos
Hasta que el cansancio me empuje hacia la cama.
Alhalil. 24 de mayo 2010
*Caicabero: El almez, árbol empleado tradicionalmente, por su dureza y flexibilidad, en la fabricación de bastones y mangos de herramientas, una aplicación aún en uso en el valle de Almonacid (Castellón). Su gran capacidad de sujeción del terreno ha hecho que se le ubique habitualmente en las orillas de bancales, donde no resta espacio a otros cultivos y, al mismo tiempo, sus fuertes y grandes raíces sujetan la tierra en épocas de lluvias torrenciales. Este árbol es conocido por numerosos nombres, entre ellos: latonero, llato-nero, allatonero, caicabero, “ledoner” e, incluso, gaiatonero.